Las palabras y conceptos han ido vaciándose de significado a causa de su abuso y es útil reflexionar y volver a las raíces para darles nuevamente sentido. Por ejemplo, recuperar el valor de la palabra eco representa un nuevo modo de actuar, que llevamos adelante con esfuerzo y conciencia. El prefijo eco proviene de la palabra griega òikos y significa hogar y ambiente en el que se vive, un contenido totalmente coherente con nuestro producto, que nos ha impulsado a encontrar nuestra forma personal de decirlo. Si la ecología es el estudio del medio en el que vivimos, y el ecosistema es la estructura de un medio que vive en equilibrio y armonía, nos preguntamos: ¿cómo podemos diseñar un producto que se ajuste realmente a esta lógica?

Una idea que sienta las bases de un nuevo modelo de producción, alternativo y circular, que nos lleva a centrarnos cada vez más en la regeneración y la eficiencia, en la observación y el respeto del equilibrio natural, donde nada se pierde.

Sabemos que, en la naturaleza, todo proceso tiende espontáneamente a reducir los residuos, lo que garantiza una gestión económica de la energía y los recursos. Los equilibrios naturales tienden siempre a la recuperación de los residuos, que, inevitablemente, se convierten en material útil para nuevos ciclos vitales.

En el proceso de producción industrial, es posible lograr los mismos resultados, pero requiere un esfuerzo de voluntad y un enfoque consciente e inteligente. Considerar los residuos como un recurso que hay que utilizar de manera eficiente significa decidir su transformación en un valor añadido. Y esta decisión requiere una forma diferente de pensar y de diseñar.